lunes, 7 de enero de 2013

Tecnologias Primitivas

El lenguaje no es un simple carril conductor de mensajes e ideas, es fundamentalmente el más fiel testigo de la evolución de las sociedades. El acervo de términos y expresiones en uso se vinculan con el devenir, como si acabaran de nacer o su historia recién comenzara e imperceptiblemente se pasa de un concepto a otro como a través de un puente. Es el caso del término tecnología. Siguiendo la transformación de la sociedad, primero, se reconocieron las palabras técnica y ciencia, eran las más expresivas del avance y la memoria colectiva da por sentado que la tecnología sólo alcanzó preponderancia en la contemporaneidad.

Aún cuando se emplea generalizadamente el significado es esquivo. Con la intención de allanar el camino me adelanto a decir que entiendo por tecnología el conjunto de conocimientos aplicables, repetitivos y vendibles que va descubriendo el hombre y que luego los encauza a transformar, utilizar, aprovechar o explotar los recursos. Habitualmente se asocia con actividades militares o empresariales muy elaboradas; a pesar de eso, también se extiende a detalles de la cotidianidad. Por ejemplo, es tecnología la manera como interactuamos unos con otros, la forma como se construyen las relaciones con los clientes y el modo como se distribuyen los productos y servicios. Se entenderá que tiene una escala que abarca desde lo rudimentario hasta los aspectos más espinosos.

 
Se habla de brecha como si se tratara de una herida recién abierta. Lo cierto es que la brecha tecnológica la comenzaron a cavar el ferrocarril, las máquinas de producción en serie de productos tangibles como las de manufactura, automotrices, eléctrica, aérea, etc. Particularmente, la de las comunicaciones en su versión actual la inició el teléfono y la continuaron los satélites, la robótica, los cohetes y la culminó el computador.

Sin presentirlo desde cuando el hombre se valió de medios diferentes de los que estaba dotado para subsistir inició el proceso de consolidación de la tecnología. Desde entonces ha librado una batalla tenaz y las naciones que anticiparon o precipitaron el despegue son las mismas que se mantienen orientando el progreso de la humanidad y la hegemonía se ha perpetuado.


Las tecnologías que el hombre usó en los primeros tiempos -primitivas-ahora se juzgarán rudimentarias, burdas; más en su momento impactaron a la sociedad de entonces como las modernas desconciertan.

Si bien en principio las naciones más avanzadas han conseguido el progreso siguiendo básicamente las mismas etapas, unas las sortearon mejor que otras; no solamente por las ventajas que le ofrecían los recursos con que la naturaleza las había dotado sino también y, principalmente, debido a la decisión de los gobiernos y al empuje de sus gentes. Sobre esos dos pivotes descansa el progreso de la humanidad. En este aspecto, no es necesario acudir a malabarismos forzados ya que la historia lo ha demostrado a través de la experiencia, las iniciativas definitivas las han emprendido los gobiernos; porque, es posible que haya personas aisladas interesadas o conscientes de lo que está ocurriendo, pero quien cuenta con mayor información y puede mirar desde mejor óptica son quienes encabezan los gobiernos.

Esas naciones tomaron la ventaja desde el principio: a la brecha digital le abrió camino primero el acelerado proceso de desarrollo, le siguió la revolución industrial y más tarde la tecnológica. Tirando del mismo cordel al llegar al borde, al último nodo de la red, se converge en la brecha digital. Al fin y al cabo -en el fondo- no es sino una prolongación de la industrialización aun cuando observada detalladamente se trata de una manifestación que provocará perturbaciones imprevistas. Luego, el papel de la historia se ha limitado a recordar que la brecha digital no es un parto retardado o una encrucijada a la que se llegó por obra de la casualidad, sino, un pasaje obligado del devenir, un retazo del collage de la compleja arquitectura de la sociedad actual.


A través del tiempo se ha logrado comprobar que los adelantos tecnológicos han proporcionado ventajas competitivas a los grupos sociales que los impulsaron. La brecha tecnológica -como ya quedó establecido- se abrió desde los albores de las primeras organizaciones humanas concediéndoles prerrogativas que las convirtieron en polos de dominio que se han distanciado hasta llegar a establecer diferencias inalcanzables entre los países que vieron a tiempo la dirección en que viajaba el progreso y los que no se percataron y hoy aparecen rezagados a la vera del camino. La apertura de la brecha se fue profundizando atrofiando los mecanismos de reacción temprana y al final creando abismos sociales que ahora se constituyen en el principal impedimento para reincorporarse, al tiempo que se acentúan las diferencias quedando como residuo una actitud que ha asumido todas las dimensiones de vicio.

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