lunes, 7 de enero de 2013

Profundidad de la Brecha Digital

La versión moderna de la brecha tecnológica es la brecha digital, expresión que se acuño para describir las limitaciones de acceso a las nuevas tecnologías de la información: telecomunicaciones e informática. La apertura de la brecha digital la inició el teléfono análogo, la apuntaló el computador y terminaron ahondándola internet y la revolución de las comunicaciones.

La vía preferencial para tener acceso a la autopista digital es el teléfono. A medida que aumente la proporción de población colgada a la red telefónica se apresurará el tránsito a las nuevas tecnologías. La conexión a internet se constituirá en el indicador líder del progreso. En virtud de esta realidad no es difícil admitir que en esta era, en la del conocimiento, las diferencias no se establecerán entre ricos y pobres sino entre alfabetos -los conectados a la red- y los que no lo están, los analfabetas. Internet y el e-business son las herramientas más poderosas de esta nueva ola que controvierte las convenciones tradicionales.

El nexo entre la brecha tecnológica y digital con el desarrollo económico de las naciones es evidente. Las que impulsen estos proyectos -tal como ya ocurrió- serán las que estarán labrando mejor futuro. Y, ratificando la regla, aquí también son las naciones más desarrolladas las que están canalizando mayores recursos y esfuerzos para montar la infraestructura. Contrariamente, en las de retaguardia surgen obstáculos de toda naturaleza que impiden ver la luz en el fondo del túnel. Se reincide, porque el fenómeno se realimenta a sí mismo, se vuelve pernicioso y traba el sistema.

La revista The Economist con la IBM acaban de publicar el estudio "The 2002 e-readiness rankings" en el que aparecen clasificadas las 60 economías más poderosas del mundo, contribuyen con el 95% del PIB mundial, y la relación convida a presagiar lo que sobrevendrá. Para confeccionar la lista se tomaron en cuenta estos referentes: conectividad e infraestructura, clima empresarial, actitud de las empresas y los consumidores, marco legal y político, rasgos sociales y culturales y soporte a los servicios electrónicos. Tomo de la relación los casos que reflejan más nítidamente lo que he venido sosteniendo.1

Clasificación
2002
2001
País
Puntuación
(sobre 10)
1
1
Estados Unidos
8,41
2
10
Holanda
8,40
3
3
Reino Unido
8,38
4
11
Suiza
8,32
11
7
Singapur
8,17
13
13
Hong Kong
8,13
18
20
Nueva Zelanda
7,67
20
16
Taiwán
7,26
21
21
Corea
7,11
22
24
España
7,07
25
18
Japón
6,86
Fuente: Economist Intelligence Unit.


Guillermo Perry, ex ministro de hacienda y Jefe para la región de América Latina y el Caribe del Banco Mundial, (El Tiempo, 25-10-02; p. 1-19), anota que la mayoría de los países latinoamericanos acusan brechas grandes y crecientes en materia de educación, tecnología e ingresos. Mientras en América Latina, en la segunda mitad del siglo XX, el ingreso se duplico, en los industrializados se triplicó y se multiplicó por cuatro en los "tigres asiáticos". Estos países tenían niveles educativos similares a los nuestros en 1960 y hoy el estudiante promedio termina secundaria (mientras que en América Latina solo lo consigue un 53 por ciento) y el trabajador promedio tiene dos años más de educación.


La relación y los resultados del estudio del Banco Mundial son suficientemente elocuentes. Antes resalté los pilares del progreso: la actitud de los gobiernos y la gente. Ahora corroboro la afirmación, dos condiciones son necesarias para tener acceso a las nuevas tecnologías: ingresos decentes y educación. Aparentemente las dos variables residen en la gente, con todo, tras el telón de fondo aparece la sombra invisible del Estado, principalmente, en estos países mal llamados en vía de desarrollo. Tanto el impacto de los ingresos como los de la educación puede atenuarlos el Estado impulsando frontalmente programas de penetración de las redes telefónicas y la infraestructura que demandan las nuevas tecnologías.

En el mismo estudio del Banco Mundial a que hice alusión se insiste que los países latinoamericanos requieren mayor competencia en el sector de telecomunicaciones y un impulso más decidido y coherente para el desarrollo de la informática.









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