lunes, 7 de enero de 2013

Brecha Digital

Los antecedentes y el contexto actual de las TIC
En la actualidad poca gente pondría en duda la influencia de la tecnología sobre su vida cotidiana, muchos hemos pasado de un consumo pasivo hacia un consumo interactivo en el que podemos decidir a que actividades aplicamos tecnología para hacernos la vida más fácil.
Este modo de consumo tecnológico es relativamente novedoso y fue posible gracias al nuevo paradigma de las tecnologías de información y comunicación (TIC) que tuvo un desarrollo acelerado después de la Segunda Guerra Mundial. Algunos ubican como parteaguas el surgimiento del Internet alrededor de 1969 como parte de una institución denominada Red de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (ARPANET por sus siglas en inglés) .
Una referencia que nos puede dar una buena idea acerca del crecimiento exponencial del Internet es el estimado que hace Vint Cerf, considerado junto con Tim Berners-Lee uno de los padres del Internet, de más de mil millones de computadoras en línea con direcciones IP permanentes y nombres de dominio, es decir servidores a los que se puede tener acceso. Este crecimiento es equivalente a acceder a igual número de fuentes de información con la gran posibilidad de adquirir conocimiento de muchas de ellas, no es casualidad que Google una de las grandes empresas tecnológicas, haya basado su impresionante desarrollo en una herramienta de búsqueda de contenido en Internet.

Brecha digital es una expresión que hace referencia a la diferencia socioeconómica entre aquellas comunidades que tienen acceso a los beneficios de la Sociedad de la Información y aquellas que no, aunque tales desigualdades también se pueden referir a todas las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), como el ordenador personal, la telefonía móvil, la banda ancha y otros dispositivos. Como tal, la Brecha Digital se basa en diferencias previas al acceso a las tecnologías. Este término también hace referencia a las diferencias que hay entre grupos según su capacidad para utilizar las TIC de forma eficaz, debido a los distintos niveles de alfabetización y capacidad tecnológica. También se utiliza en ocasiones para señalar las diferencias entre aquellos grupos que tienen acceso a contenidos digitales de calidad y aquellos que no. El término opuesto que se emplea con más frecuencia es el de inclusión digital.

Los retos de la brecha digital
Desafortunadamente las posibilidades del Internet no llegan a gran parte de la población, el término brecha digital se utiliza para diferenciar a las personas o comunidades que no tienen acceso a las TIC en general y a Internet en particular. De acuerdo a la Agenda Digital  (www.agendadigital.mx) en México la población del país usuaria de Internet llega a 40.6 millones de personas al cierre de 2011, sin duda existe un gran reto en integrar al resto de la población a las oportunidades que da el Internet.
Otro reto importante es el cómo lograr un uso productivo de las TIC entre los usuarios que se encuentran entre los incluidos digitales como un paso necesario para eventualmente convertirnos en un país proveedor de tecnología. Las mayores economías del mundo en las últimas décadas han reconvertido sus economías hacia el fomento de empresas tecnológicas, un claro ejemplo es Apple, una empresa formada apenas en 1976 es la mayor empresa global en términos de su capitalización de mercado, desbancando del primer lugar a Exxon Mobil, una empresa en sector de los energéticos con 125 años de existencia.
La tecnología como motor de desarrollo
El gran auge de las empresas tecnológicas tiene relación con el alto nivel de consumo de estos productos; de acuerdo a Cisco Visual Networking Index (VNI) se estima que para finales de 2012 el número de dispositivos móviles sea mayor que el número de personas sobre la tierra . 
En este tema una de las ideas preconcebidas es que el desarrollo de tecnología pareciera ser un conocimiento reservado para Ingenieros o egresados de carreras de Computación, que después de largos años de estudios cargados de matemáticas logran dominar técnicas para desarrollar aplicaciones que pueden tener éxito en el mundo de la tecnología. Sin dejar de lado la importancia de la contribución de estas personas altamente entrenadas no deja de sorprendernos que los grandes íconos del mundo de la tecnología como Bill Gates de Microsoft, Steve Jobs de Apple,  Mark Zuckerberg de Facebook o Miguel de Icaza de Gnome dejaron la Universidad por desarrollar sus proyectos que resultarían en algunas de las mayores empresas a nivel global, por lo tanto las habilidades para el desarrollo de tecnología no necesariamente están ligadas a la capacitación académico-universitaria.  
Es aquí en donde existe una gran área de oportunidad, sobre todo entre la población joven que ya son usuarios cotidianos de herramientas tecnológicas siendo tal vez algunas de las más utilizadas las aplicaciones de redes sociales como Facebook y Twitter. Así lo han entendido instituciones académicas tan prestigiadas como el MIT quien fue pionero del uso de la tecnología para la capacitación y educación con su programa denominado MIT Open Courseware (ocw.mit.edu), que después fue seguido por otras iniciativas gratuitas como Coursera, Udacity o Khan Academy. Esta tendencia se le denomina  cursos masivos abiertos en línea (MOOC, Massive Open Online Course) y está replanteando a nivel global el papel de la tecnología como una poderosa herramienta de educación y capacitación.
La plataforma Club Digital
En México se acaba de lanzar el portal Club Digital (www.clubdigital.mx) , una iniciativa de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para fomentar el uso y la apropiación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación entre la población joven a través de una plataforma en línea para aprender de forma innovadora a desarrollar proyectos tecnológicos y de emprendimiento. En esta comunidad virtual, los miembros pueden aprender colaborando con otros, intercambiar ideas y desarrollarse profesionalmente de manera divertida en un entorno tipo red social.
La metodología de aprendizaje de Club Digital está basada en el desarrollo de proyectos. Las vías de aprendizaje son las siguientes:
A través de tutoriales, en los que se ponen a disposición contenidos interactivos para aprender a manejar herramientas tecnológicas.
A través de retos, en los que dependiendo del área de desarrollo seleccionada, se plantean diversas tareas que en conjunto integran un proyecto tecnológico o de emprendimiento.
Cualquier persona puede navegar por la plataforma en línea y revisar los tutoriales, noticias y preguntas. Para participar en algún reto, es necesario registrarse en el portal en el tema de preferencia. Las plataformas tecnológicas, contenidos de capacitación, retos tecnológicos y asesoría de los tutores son provistos por las empresas asociadas al portal como Microsoft, Red Hat, Intel, entre otras, y son totalmente gratuitos.
Esta iniciativa es importante en la medida en que existen pocas opciones de capacitación tecnológica y emprendedora en español y enfocado a los requerimientos regionales, la intención es que de este portal surjan los emprendedores que puedan transformar sus proyectos en las grandes empresas que cambien la economía de México hacia una economía basada en el conocimiento.
*El autor es estudiante de doctorado en la Facultad de Ciencias Administrativas y Sociales de la UABC en Ensenada y Asesor en la Coordinación de la Sociedad de la Información y el Conocimiento de la SCT.

Tecnologias Primitivas

El lenguaje no es un simple carril conductor de mensajes e ideas, es fundamentalmente el más fiel testigo de la evolución de las sociedades. El acervo de términos y expresiones en uso se vinculan con el devenir, como si acabaran de nacer o su historia recién comenzara e imperceptiblemente se pasa de un concepto a otro como a través de un puente. Es el caso del término tecnología. Siguiendo la transformación de la sociedad, primero, se reconocieron las palabras técnica y ciencia, eran las más expresivas del avance y la memoria colectiva da por sentado que la tecnología sólo alcanzó preponderancia en la contemporaneidad.

Aún cuando se emplea generalizadamente el significado es esquivo. Con la intención de allanar el camino me adelanto a decir que entiendo por tecnología el conjunto de conocimientos aplicables, repetitivos y vendibles que va descubriendo el hombre y que luego los encauza a transformar, utilizar, aprovechar o explotar los recursos. Habitualmente se asocia con actividades militares o empresariales muy elaboradas; a pesar de eso, también se extiende a detalles de la cotidianidad. Por ejemplo, es tecnología la manera como interactuamos unos con otros, la forma como se construyen las relaciones con los clientes y el modo como se distribuyen los productos y servicios. Se entenderá que tiene una escala que abarca desde lo rudimentario hasta los aspectos más espinosos.

 
Se habla de brecha como si se tratara de una herida recién abierta. Lo cierto es que la brecha tecnológica la comenzaron a cavar el ferrocarril, las máquinas de producción en serie de productos tangibles como las de manufactura, automotrices, eléctrica, aérea, etc. Particularmente, la de las comunicaciones en su versión actual la inició el teléfono y la continuaron los satélites, la robótica, los cohetes y la culminó el computador.

Sin presentirlo desde cuando el hombre se valió de medios diferentes de los que estaba dotado para subsistir inició el proceso de consolidación de la tecnología. Desde entonces ha librado una batalla tenaz y las naciones que anticiparon o precipitaron el despegue son las mismas que se mantienen orientando el progreso de la humanidad y la hegemonía se ha perpetuado.


Las tecnologías que el hombre usó en los primeros tiempos -primitivas-ahora se juzgarán rudimentarias, burdas; más en su momento impactaron a la sociedad de entonces como las modernas desconciertan.

Si bien en principio las naciones más avanzadas han conseguido el progreso siguiendo básicamente las mismas etapas, unas las sortearon mejor que otras; no solamente por las ventajas que le ofrecían los recursos con que la naturaleza las había dotado sino también y, principalmente, debido a la decisión de los gobiernos y al empuje de sus gentes. Sobre esos dos pivotes descansa el progreso de la humanidad. En este aspecto, no es necesario acudir a malabarismos forzados ya que la historia lo ha demostrado a través de la experiencia, las iniciativas definitivas las han emprendido los gobiernos; porque, es posible que haya personas aisladas interesadas o conscientes de lo que está ocurriendo, pero quien cuenta con mayor información y puede mirar desde mejor óptica son quienes encabezan los gobiernos.

Esas naciones tomaron la ventaja desde el principio: a la brecha digital le abrió camino primero el acelerado proceso de desarrollo, le siguió la revolución industrial y más tarde la tecnológica. Tirando del mismo cordel al llegar al borde, al último nodo de la red, se converge en la brecha digital. Al fin y al cabo -en el fondo- no es sino una prolongación de la industrialización aun cuando observada detalladamente se trata de una manifestación que provocará perturbaciones imprevistas. Luego, el papel de la historia se ha limitado a recordar que la brecha digital no es un parto retardado o una encrucijada a la que se llegó por obra de la casualidad, sino, un pasaje obligado del devenir, un retazo del collage de la compleja arquitectura de la sociedad actual.


A través del tiempo se ha logrado comprobar que los adelantos tecnológicos han proporcionado ventajas competitivas a los grupos sociales que los impulsaron. La brecha tecnológica -como ya quedó establecido- se abrió desde los albores de las primeras organizaciones humanas concediéndoles prerrogativas que las convirtieron en polos de dominio que se han distanciado hasta llegar a establecer diferencias inalcanzables entre los países que vieron a tiempo la dirección en que viajaba el progreso y los que no se percataron y hoy aparecen rezagados a la vera del camino. La apertura de la brecha se fue profundizando atrofiando los mecanismos de reacción temprana y al final creando abismos sociales que ahora se constituyen en el principal impedimento para reincorporarse, al tiempo que se acentúan las diferencias quedando como residuo una actitud que ha asumido todas las dimensiones de vicio.

Profundidad de la Brecha Digital

La versión moderna de la brecha tecnológica es la brecha digital, expresión que se acuño para describir las limitaciones de acceso a las nuevas tecnologías de la información: telecomunicaciones e informática. La apertura de la brecha digital la inició el teléfono análogo, la apuntaló el computador y terminaron ahondándola internet y la revolución de las comunicaciones.

La vía preferencial para tener acceso a la autopista digital es el teléfono. A medida que aumente la proporción de población colgada a la red telefónica se apresurará el tránsito a las nuevas tecnologías. La conexión a internet se constituirá en el indicador líder del progreso. En virtud de esta realidad no es difícil admitir que en esta era, en la del conocimiento, las diferencias no se establecerán entre ricos y pobres sino entre alfabetos -los conectados a la red- y los que no lo están, los analfabetas. Internet y el e-business son las herramientas más poderosas de esta nueva ola que controvierte las convenciones tradicionales.

El nexo entre la brecha tecnológica y digital con el desarrollo económico de las naciones es evidente. Las que impulsen estos proyectos -tal como ya ocurrió- serán las que estarán labrando mejor futuro. Y, ratificando la regla, aquí también son las naciones más desarrolladas las que están canalizando mayores recursos y esfuerzos para montar la infraestructura. Contrariamente, en las de retaguardia surgen obstáculos de toda naturaleza que impiden ver la luz en el fondo del túnel. Se reincide, porque el fenómeno se realimenta a sí mismo, se vuelve pernicioso y traba el sistema.

La revista The Economist con la IBM acaban de publicar el estudio "The 2002 e-readiness rankings" en el que aparecen clasificadas las 60 economías más poderosas del mundo, contribuyen con el 95% del PIB mundial, y la relación convida a presagiar lo que sobrevendrá. Para confeccionar la lista se tomaron en cuenta estos referentes: conectividad e infraestructura, clima empresarial, actitud de las empresas y los consumidores, marco legal y político, rasgos sociales y culturales y soporte a los servicios electrónicos. Tomo de la relación los casos que reflejan más nítidamente lo que he venido sosteniendo.1

Clasificación
2002
2001
País
Puntuación
(sobre 10)
1
1
Estados Unidos
8,41
2
10
Holanda
8,40
3
3
Reino Unido
8,38
4
11
Suiza
8,32
11
7
Singapur
8,17
13
13
Hong Kong
8,13
18
20
Nueva Zelanda
7,67
20
16
Taiwán
7,26
21
21
Corea
7,11
22
24
España
7,07
25
18
Japón
6,86
Fuente: Economist Intelligence Unit.


Guillermo Perry, ex ministro de hacienda y Jefe para la región de América Latina y el Caribe del Banco Mundial, (El Tiempo, 25-10-02; p. 1-19), anota que la mayoría de los países latinoamericanos acusan brechas grandes y crecientes en materia de educación, tecnología e ingresos. Mientras en América Latina, en la segunda mitad del siglo XX, el ingreso se duplico, en los industrializados se triplicó y se multiplicó por cuatro en los "tigres asiáticos". Estos países tenían niveles educativos similares a los nuestros en 1960 y hoy el estudiante promedio termina secundaria (mientras que en América Latina solo lo consigue un 53 por ciento) y el trabajador promedio tiene dos años más de educación.


La relación y los resultados del estudio del Banco Mundial son suficientemente elocuentes. Antes resalté los pilares del progreso: la actitud de los gobiernos y la gente. Ahora corroboro la afirmación, dos condiciones son necesarias para tener acceso a las nuevas tecnologías: ingresos decentes y educación. Aparentemente las dos variables residen en la gente, con todo, tras el telón de fondo aparece la sombra invisible del Estado, principalmente, en estos países mal llamados en vía de desarrollo. Tanto el impacto de los ingresos como los de la educación puede atenuarlos el Estado impulsando frontalmente programas de penetración de las redes telefónicas y la infraestructura que demandan las nuevas tecnologías.

En el mismo estudio del Banco Mundial a que hice alusión se insiste que los países latinoamericanos requieren mayor competencia en el sector de telecomunicaciones y un impulso más decidido y coherente para el desarrollo de la informática.









El mundo en que vivimos se nos escapa como el agua entre las manos. Y tratando de conseguir una nueva explicación al acontecer cotidiano nos hundimos en mayor confusión. En medio del aturdimiento el interés se acrecienta, sencillamente, porque muchos de los pronósticos que hasta hace poco se catalogaban cercanos a lo imposible, ya son una palpitante realidad.

Ya se ha evidenciado con claridad -y esto no es un invento del siglo XXI- que el cambio no es predecible, no siempre lo que sucedió antes determina lo que sucederá; algunas tendencias van evolucionando acompasadamente al tiempo que, otras, emergen inesperadamente, sin presentirse, y reorientan abruptamente la dirección del acontecer y la realidad, lo mismo que el sentido en que se interpretaban.


La civilización avanza a grandes zancadas empujada por el avance tecnológico y en algunos aspectos ha sobrepasado los límites de la ficción. En su apresurada carrera va forjando un mundo nuevo con argumentos rejuvenecidos que alteran la vida política, económica y social hasta ahora compartida. Los contrastes sorprenden. En la era agrícola descollaron el arado y la mula; a la industrial la impulsaron el acero, los motores, el combustible, los caminos, las autopistas, las redes eléctricas, la producción en serie; con todas estas manifestaciones estamos familiarizados. Luciendo atuendos atractivos y desconocidos la (n-economía) será tan diferente de la actual como ésta lo fue del taller artesanal de la época feudal, y serán la información, el conocimiento, la red, el silicio, los microprocesadores, la sintética, la fibra de vidrio y la biotecnología los artífices del progreso.


Vivimos la era de la inteligencia interconectada en red. El impacto de este nuevo medio de comunicación superará con creces al que produjeron las revoluciones provocadas por la imprenta, el teléfono, la televisión y el computador. Ahora, la multimedia interactiva y la denominada autopista de la información con su característica más insinuante -internet- como por ensalmo, por arte de magia, han alterado dramáticamente el ya complejo acontecer diario. Todos también, curiosamente, asociados con el conocimiento y la información.

La economía de la era de la inteligencia en red es una economía digital expresada mediante unos y ceros que a su vez se pueden representar en un computador como la presencia o ausencia de una señal eléctrica. A medida que la información pasa de análoga a digital, los elementos físicos tradicionales se convierten en virtuales, cambiando sin previa prescripción médica el metabolismo del sistema económico. En la economía agonizante el flujo de información es físico: dinero, cheques, facturas, documentos, fotocopias, etc. En la digital todo se reduce a bits almacenados en computadores, desplazándose a través de las redes a la velocidad de la luz.

Una pregunta puede aletear en el ambiente: ¿Y eso que tiene que ver conmigo? La n-economía como la actual extiende sus tentáculos a todo el quehacer humano y lo hace por igual cuando se trata del pobre o del rico, la mujer o el hombre, el negro o el blanco, el israelí o el palestino y no se detiene a establecer diferencias, excluir o estigmatizar. Se trata, sin rodeos, de una nueva forma de desarrollar las actividades. Mientras la economía en que hemos crecido permite apreciar en vivo todas las transacciones, la nueva -bajo el prodigio de la virtualidad- exhibe una arquitectura diferente: será fundamentalmente invisible. Ahora los seres humanos pueden, a través de las redes, intercambiar información, conocimiento y creatividad generando cambios sin precedentes en la creación de riqueza y desarrollo social.


La n-economía ya ha dejado entrever sin pudor -a través de sus ligeros atavíos- la sugestiva silueta con que la premió la nueva tecnología y sugiere la forma como se desenvolverán los negocios. Como la materia prima que circula por la red y la sabia que la nutre es la información y no productos físicos, asume como propios sus atributos.



Economia Digital (e-econimia)

El mundo en que vivimos se nos escapa como el agua entre las manos. Y tratando de conseguir una nueva explicación al acontecer cotidiano nos hundimos en mayor confusión. En medio del aturdimiento el interés se acrecienta, sencillamente, porque muchos de los pronósticos que hasta hace poco se catalogaban cercanos a lo imposible, ya son una palpitante realidad.

Ya se ha evidenciado con claridad -y esto no es un invento del siglo XXI- que el cambio no es predecible, no siempre lo que sucedió antes determina lo que sucederá; algunas tendencias van evolucionando acompasadamente al tiempo que, otras, emergen inesperadamente, sin presentirse, y reorientan abruptamente la dirección del acontecer y la realidad, lo mismo que el sentido en que se interpretaban.



La civilización avanza a grandes zancadas empujada por el avance tecnológico y en algunos aspectos ha sobrepasado los límites de la ficción. En su apresurada carrera va forjando un mundo nuevo con argumentos rejuvenecidos que alteran la vida política, económica y social hasta ahora compartida. Los contrastes sorprenden. En la era agrícola descollaron el arado y la mula; a la industrial la impulsaron el acero, los motores, el combustible, los caminos, las autopistas, las redes eléctricas, la producción en serie; con todas estas manifestaciones estamos familiarizados. Luciendo atuendos atractivos y desconocidos la (n-economía) será tan diferente de la actual como ésta lo fue del taller artesanal de la época feudal, y serán la información, el conocimiento, la red, el silicio, los microprocesadores, la sintética, la fibra de vidrio y la biotecnología los artífices del progreso.

Vivimos la era de la inteligencia interconectada en red. El impacto de este nuevo medio de comunicación superará con creces al que produjeron las revoluciones provocadas por la imprenta, el teléfono, la televisión y el computador. Ahora, la multimedia interactiva y la denominada autopista de la información con su característica más insinuante -internet- como por ensalmo, por arte de magia, han alterado dramáticamente el ya complejo acontecer diario. Todos también, curiosamente, asociados con el conocimiento y la información. 


La economía de la era de la inteligencia en red es una economía digital expresada mediante unos y ceros que a su vez se pueden representar en un computador como la presencia o ausencia de una señal eléctrica. A medida que la información pasa de análoga a digital, los elementos físicos tradicionales se convierten en virtuales, cambiando sin previa prescripción médica el metabolismo del sistema económico. En la economía agonizante el flujo de información es físico: dinero, cheques, facturas, documentos, fotocopias, etc. En la digital todo se reduce a bits almacenados en computadores, desplazándose a través de las redes a la velocidad de la luz.

Una pregunta puede aletear en el ambiente: ¿Y eso que tiene que ver conmigo? La n-economía como la actual extiende sus tentáculos a todo el quehacer humano y lo hace por igual cuando se trata del pobre o del rico, la mujer o el hombre, el negro o el blanco, el israelí o el palestino y no se detiene a establecer diferencias, excluir o estigmatizar. Se trata, sin rodeos, de una nueva forma de desarrollar las actividades. Mientras la economía en que hemos crecido permite apreciar en vivo todas las transacciones, la nueva -bajo el prodigio de la virtualidad- exhibe una arquitectura diferente: será fundamentalmente invisible. Ahora los seres humanos pueden, a través de las redes, intercambiar información, conocimiento y creatividad generando cambios sin precedentes en la creación de riqueza y desarrollo social. 




La n-economía ya ha dejado entrever sin pudor -a través de sus ligeros atavíos- la sugestiva silueta con que la premió la nueva tecnología y sugiere la forma como se desenvolverán los negocios. Como la materia prima que circula por la red y la sabia que la nutre es la información y no productos físicos, asume como propios sus atributos.

Realidad y Ezperansa

Los argumentos precedentes inducen ratificar que desde siempre ha persistido la intención, y recurrentemente se renueva la esperanza, de superar la aberrante pobreza que recorre el mundo avergonzando a todos los humanos sin distingos. Los esfuerzos por reducir los estragos que genera se multiplican sin cesar y contrariando la sabiduría convencional, en vez de aplacarse embiste con más furia. Todo parece indicar que se incrementa inversamente proporcional a la magnitud de los esfuerzos que se despliegan para atenuarla. Y la paradoja no parece conseguir un talismán que logre al menos intimidarla o apaciguarla.


Si bien el hombre ha logrado avances sin parangón en su lucha contra las enfermedades incurables que diezmaban a los pueblos, las que se han librado y emprendido contra la pobreza han sido inútiles y basta tan solo un instante de reflexión para apreciar más claramente cómo todos los experimentos se sumergen en una retórica inocua equivalente a intentar llenar un saco sin fondo. A pesar de lo que sostienen los jerarcas de la informática, paradójicamente, internet también contribuirá a echarle leña a la hoguera.